Sobre la valoración de los activos intangibles…
En el escenario actual de una economía altamente globalizada, las transacciones económicas son cada vez más complejas. Una muestra de ello es la especial relevancia que están adquiriendo los denominados activos intangibles. Hoy en día, la valoración de estos activos se está convirtiendo es uno de los aspectos destacados en las transacciones que se realizan, siendo fundamental su definición, identificación y valoración. En no pocos casos, de este buen hacer, dependerá alcanzar, por ejemplo, acuerdos de compraventa satisfactorios por ambas partes.
Si bien podrían citarse decenas de definiciones, parece acertado indicar que estos activos son:
Todos aquellos recursos que, estando bajo el control de la empresa y careciendo de forma física, pueden llegar a generar una gran ventaja competitiva si son gestionados de forma adecuada.
Siendo así, algunos ejemplos de la gran variedad de activos intangibles que contribuyen en la cadena de generación de valor son:
Relaciones de marketing
(marcas, nombres, vestimenta comercial, dominios de internet, acuerdos de no competencia).
Relaciones con clientes
(listas de clientes, contratos, relaciones no contractuales).
Intangibles basados en contratos
(licencias, royalties, contratos de publicidad, de construcción, de gestión, de suministro, de franquicia o de servicios, derechos de uso).
Intangibles basados en tecnología
(tanto patentada como no patentada, bases de datos, secretos comerciales o fórmulas secretas).
Es obvio que todos estos activos aportan y tienen un valor para cualquier organización. Sin embargo, dado su carácter etéreo, la prudente y restrictiva normativa contable no permite su registro en libros en todos los casos, pese a lo evidente de su existencia. Es más, como norma general, sólo admite su contabilización cuando:
· Sean susceptibles de generar rentas.
· Cumplan con el requisito de identificabilidad. Por identificabilidad se entiende que sean separables (en esencia, cedibles) y/o que surjan de derechos legales o contractuales.
Además, en caso de poder ser registrados, no pueden contabilizarse por su “valor real” sino únicamente por su precio de adquisición o coste de producción menos su amortización y deterioro. Más allá de las consideraciones en el ámbito de la contabilidad, es innegable que existen multitud de situaciones en las que se precisa conocer el valor real de estos activos intangibles más allá de su precio de adquisición o coste de producción. Como ejemplo de ello, pueden citarse:
Transacciones de compraventa, fusiones, procesos de consolidación y otro tipo de combinaciones de negocios, litigios y cualquier otro acuerdo o circunstancia que lo requiera.
En caso de encontrarnos en alguno de estos supuestos, debemos tener claro que la valoración de esta tipología de activos presenta una complejidad superior a la de un elemento material. Y es que los activos intangibles, al tener un carácter más personal, suelen tener rasgos específicos que los hacen particulares. Un claro ejemplo podría ser una marca registrada: si bien la función representativa de las marcas tiene una génesis similar, sus connotaciones e impactos asociados pueden ser llegar a ser muy diferentes. En consecuencia, será difícil que los factores que incidan en el análisis que se realice para valorar una marca coincidan con los que afecten a la hora de valorar otra distinta.
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Distintos enfoques de la valoración
Todo este contexto ha propiciado que en los últimos tiempos ya se hayan empezado a adaptar las principales metodologías clásicas de valoración de activos y empresas a la valoración de los activos intangibles.
De hecho, existen diferentes métodos de valoración de activos intangibles, basados en distintos enfoques:
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- Unos que plantean la valoración a partir de las rentas que se espera que estos activos intangibles puedan generar en el futuro (Income Approach).
- Otros que lo hacen a partir del coste que supondría producir o reemplazar (Cost Approach) tales elementos patrimoniales intangibles.
- E incluso otros que parten del precio de transacciones similares en el mercado en el que hayan intervenido alguno de estos elementos intangibles (Market Approach).
La aplicación de una metodología u otra, en muchas ocasiones, quedará supeditada al tipo de activo intangible a valorar y a la información disponible acerca del mismo.
Algunos comentarios sobre las principales metodologías de valoración
En estas líneas no se pretende entrar en un detalle muy exhaustivo en la explicación y análisis de estos enfoques, ni de los diferentes métodos desarrollados en cada uno de ellos. No obstante, si creemos conveniente aportar algunos de sus principales trazos ilustrativos. En este sentido, tanto la adecuada identificación del activo a valorar como la apropiada elección del método, son el punto de partida esencial de cualquier proceso valorativo de calidad.
Enfoque Income Approach o de rentas – Este enfoque parte de la premisa fundamental de que el valor de un activo es equivalente al valor actual de las rentas futuras (entendidas como flujos de caja libres o cash flow), descontadas a una determinada tasa K (o coste de capital), que pueden derivarse del mismo.
De esta manera, los aspectos primordiales en su aplicación residen en estimar, de forma razonable, tanto estos flujos de caja venideros como la tasa de descuento a aplicar.
La tasa de descuento o coste de capital no es más que la rentabilidad mínima exigible al activo a lo largo del tiempo. Ésta se calcula a partir de la ponderación entre la rentabilidad exigida por un posible inversor y el coste de la financiación ajena vinculada a este activo. Como particularidad, debe destacarse que esta tasa de descuento suele ser superior a la que se aplica en la valoración de activos tangibles. La razón estriba en que, por un lado, a su carácter intangible se le asocia un riesgo superior y, por otro lado, suele ser más complicado que una entidad de crédito financie este tipo de activos. Por lo tanto, siendo así, en la citada ponderación adquiere un mayor peso la rentabilidad exigida por el inversor que, por definición, siempre es superior al coste de la financiación.
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En la aplicación de este enfoque, encontramos distintas metodologías. Las más conocidas son; la del beneficio incremental, la del beneficio residual y la de exención de regalías o royalties. Todas ellas, parten de una premisa fundamental, es decir, la de descontar unas rentas futuras a una determinada tasa de coste de capital.
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No obstante:
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- En el caso del beneficio incremental, las rentas a descontar son los cash flow que se espera que genere el activo objeto de valoración. En este caso, su aplicación requiere poder estimar de forma clara y razonable las rentas derivadas del mismo.
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- En el caso del beneficio residual, se parte del hándicap de que no es posible determinar (de forma directa) las rentas derivadas del activo a valorar y, por ello, estas se estiman de forma indirecta. Por ello, se identifican todos los activos generadores de rentas en el ente económico y se le asigna a cada uno de ellos un margen de contribución en la renta futura que se espera que genere tal ente en su conjunto. De esta manera, por diferencia, se obtiene la renta derivada del citado activo.
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- Finalmente, en el caso del método de exención de regalías, la renta a descontar se calcula partiendo de la hipótesis de que el activo será rentabilizado a partir de su cesión a cambio de un canon o royalties. Éste suele ser un método muy utilizado en la valoración de marcas o patentes.
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Bajo nuestra opinión, este enfoque es el más recomendable siempre que su aplicación sea posible.
Enfoque Cost Approach o de coste; Este enfoque se basa en obtener el valor del activo a partir de su coste. Este coste puede ser:
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- El coste de reproducción. Es decir, cuánto costaría volver a producir un activo, por ejemplo, un software desarrollado por la propia empresa, siguiendo el proceso de obtención que se realizó en el pasado, pero en las condiciones presentes.
- El coste de reemplazamiento. Es decir, cuánto costaría un activo nuevo, de similares características y utilidad a la del bien valorado.
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Enfoque Market Approach o de mercado; Este enfoque se basa en la obtención del precio (que no valor) potencial del activo al compararlo con activos idénticos o similares para los cuales sí se dispone de información de precios de mercado.
Suele ser de poca aplicación en la valoración de intangibles dado que suele ser difícil, dada sus particularidades, encontrar activos idénticos o similares en el mercado.
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En conclusión
Como resumen de todo lo anterior, debemos ser conscientes de la existencia de un extenso abanico de activos intangibles que pueden estar incidiendo en un determinado negocio, siendo muy importante identificar cada uno de estos activos intangibles y analizar cómo está contribuyendo y en qué medida en la cadena de generación de valor de la empresa.
Por otra parte, existen multitud de situaciones en las que puede requerirse la obtención del valor real de un activo intangible. El valor asignado a este activo intangible, dadas las especiales características de estos activos, puede llegar a ser muy relevante.
Como norma general, la propia identificación y obtención de su valía suele ser más compleja que en el caso de los activos materiales. No obstante, a lo largo de estos últimos años ya se han ido adaptando diferentes metodologías valorativas que permiten un cálculo razonable del citado valor, siendo un aspecto vital, su conocimiento y selección adecuada en base a las circunstancias concretas.